Tenerife no necesita el Teide para castigarte.
Le basta con rodearlo.
Desde Los Cristianos, el asfalto sube suavemente por GuÃa de Isora y ChÃo, hasta alcanzar el cruce de Masca. Lo que sigue es una de las bajadas más técnicas, hermosas y traicioneras de la isla: el barranco de Masca. Rampas del 14 %, curvas ciegas y acantilados te obligan a bajar con atención.
Desde ahÃ, Buenavista y la costa norte. El paisaje cambia, pero la dureza aumenta. Garachico, Icod, La Guancha, La Orotava, Tacoronte, La Matanza, La Victoria… No hay grandes puertos, pero sà una cadena interminable de repechos rompepiernas, con tráfico, humedad, y viento cambiante.
El giro hacia Anaga te lleva a lo salvaje: un paraÃso verde y vertical.
Entras por La Laguna, y desde El Bailadero se despliega un descenso largo, fresco y boscoso hasta San Andrés.
Pero no hay descanso: en el sur, el calor pega sin sombra.
Tabaiba, Candelaria, Fasnia, Arico y Granadilla son kilómetros eternos, con viento de cara y rectas que no terminan.
Al regresar a Los Cristianos, no solo cierras un cÃrculo…
cierras un capÃtulo brutal de resistencia mental y fÃsica.